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Cómo afecta la ley de economía circular en los sectores de alimentación y HORECA

Ya ha sido aprobada la ley de economía circular, que quiere configurar un sistema económico en el que el valor de los productos y materiales tengan un ciclo de vida lo más largo posible, reduciendo en lo posible su impacto medioambiental. La norma establece una jerarquía de residuos en la que se establece, en orden de prioridades, los valores de la prevención de los residuos, su reutilización, reciclado, valorización y, por último, su correcta eliminación.

 

La ley parte de un planteamiento ambicioso y, aunque tiene afectaciones en múltiples ámbitos, pone el foco en políticas de prevención para lograr un objetivo gradual de reducción de los residuos generados.

 

¿En qué nos afecta esta normativa como consumidores?

 

El carácter transversal de la norma determina que van a producirse efectos en múltiples ámbitos. A nivel de consumidores, notaremos pequeños cambios en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, veremos que, a partir del día 3 julio de 2024, cambiará el diseño de los envases para bebidas, puesto que sólo podrán comercializarse aquéllos cuyas tapas y tapones permanezcan unidos al recipiente. Deberemos realizar la recogida separada de botellas de plástico y probablemente, entre 2023 y 2027 veremos la implantación de un sistema de depósito, devolución y retorno de estos envases. Más adelante, a partir del 2025, cambiará la composición del plástico de estas botellas, que cada vez deberán contener un porcentaje mayor de plástico reciclado.

 

Veremos también cómo irán desapareciendo del mercado productos que hasta ahora han sido de uso cotidiano tales como los vasos para bebidas para llevar, los envases para alimentos de consumo inmediato, los bastoncillos de algodón, los cubiertos y platos de plástico, las pajitas, los palitos agitadores de bebidas, las varillas de sujeción de globos, los recipientes de alimentación de poliestireno expandido (“porex”)... Respecto de otros artículos, veremos cómo cambian, porque se establecen requisitos de ecodiseño por ejemplo, para recipientes de bebidas. Todo ello para conseguir el objetivo de reducción del 50% de estos envases en 2026, y del 70% en el 2030.

 

¿Qué papel tendrá la hostelería y restauración?

 

Este sector tendrá un papel relevante en la reducción de envases, porque se pretende fomentar el uso de fuentes de agua potable y de envases reutilizables, especialmente en el sector de la hostelería y restauración.

 

Así, en los establecimientos de este sector se deberá tener a disposición de los clientes o usuarios, de forma gratuita, agua no envasada y apta para el consumo, de forma complementaria al resto de servicios.

 

¿Cómo afectará esta normativa al sector de la alimentación?

 

Se establece la obligación a cargo de las empresas del sector de alimentación y restauración colectiva de conseguir minimizar el derroche alimentario mediante la donación de alimentos o, de forma menos prioritaria, su transformación para alimentación animal, la transferencia como subproductos en otra industria, como compost o, si no es posible ninguno de los usos anteriores, como combustión.

 

A partir del día 1 de enero de 2023, los comercios de alimentación y los de alimentación “take away” no podrán rechazar los envases que les faciliten los consumidores, ya sean botellas, táperes, bolsas, etc., siempre que estén debidamente higienizados: el establecimiento podrá rechazar los envases que no estén en condiciones, por suciedad, o cuando no sean los adecuados para el producto. La responsabilidad en caso de que los recipientes facilitados no estén debidamente acondicionados es del consumidor.

 

Además, los establecimientos de alimentación que tengan una superficie de 400 metros cuadrados o más, deberán destinar al menos el veinte por ciento de su área de ventas a la oferta de productos a granel o mediante envases reutilizables.

 

Y, en el ámbito tributario, ¿Qué afectaciones tendrá esta normativa?

 

La norma se apoya en el principio de “quien contamina paga”, y establece que los costes de gestión de residuos serán sufragados directamente por el productor o el poseedor, quien será responsable del residuo hasta su completo tratamiento.

 

Sin embargo, se establecen también distintas medidas tributarias como los tributos de los municipios para la gestión de residuos, o un impuesto sobre el depósito de residuos en vertedero, a la incineración y a la coincineración de residuos.

 

Además, se crea el tributo sobre sobre envases de plástico no reutilitzables que, por su interés, analizamos con mayor detalle en esta noticia.

 

Esta es una ley ambiciosa; veremos si las administraciones públicas son capaces de aplicar las políticas necesarias para lograr los objetivos propuestos.

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